3 de diciembre-Día Internacional Contra el Uso de Plaguicidas

Cada año mueren centenares de personas en todo el mundo a causa del uso de plaguicidas. En Paraguay los nacidos con malformación congénita a causa de los agrotóxicos aumentan vertiginosamente. Las fumigaciones en el campo, que se realizan en los monocultivos a gran escala, enferman y matan a campesinos e indígenas.

Por Lea Schvartzman
leahumanista@gmail.com

En la madrugada del 3 de diciembre de 1984 en Bhopal, capital del estado de Madhýa Pradesh de la India, en la fábrica de plaguicidas, propiedad de la Unión Carbide, explotó una cisterna liberando compuestos tóxicos (isocianato de metilo, fosgeno, entre otros). Esta explosión formó una masa tóxica que recorrió los barrios contiguos a la fábrica. Las cifras divulgadas informan que en el momento mismo de la explosión 2.500 personas murieron a causa de la inhalación de los tóxicos liberados. Tres días después se registraron 8.000 muertos. Se estima que 20.000 personas murieron y alrededor de 150.000 quedaron con secuelas físicas y neurológicas. Desde aquella madrugada los que sobrevivieron y los nuevos pobladores consumen agua contaminada y el isocianato de metilo aun permanece en el suelo de esta ciudad. Esta tragedia se conmemora a nivel mundial como Día de Acción Global Contra el Uso de Plaguicidas.

A 24 años de la tragedia de Bhopal los productores de soja en el campo paraguayo utilizan indiscriminadamente plaguicidas poniendo en peligro a toda la población, directa e indirectamente, con los efectos que éstas producen. En el Paraguay con el modelo de cultivo de soja transgénica, expansivo y agroexportador, cientos de miles de campesinos viven expuestos a los efectos de los pesticidas. Malformaciones, abortos, enfermedades respiratorias y cutáneas, alteraciones neurológicas son casos que a cotidiano en el campo se denuncian. A cambio los parlamentarios en setiembre del 2007 rechazaron el proyecto de ley de plaguicidas propuesto por la Plenaria Popular Permanente con el apoyo de las organizaciones sociales del país. La ley vigente, aprobada en el año 1992, débilmente contempla el control de plagas y enfermedades, más no tiene en cuenta el verdadero impacto ambiental de la utilización de plaguicidas y sus efectos en los seres humanos.

Las inadmisibles fumigaciones con plaguicidas en el campo paraguayo producen la muerte de niños y labriegos. Las médicas Stela Benítez, María Luisa Macchi y Marta Acosta en una reciente investigación realizada en la ciudad de Encarnación, sobre malformaciones congénitas asociadas a agrotóxicos, registraron en el período de un año de estudio 52 nacidos con malformación congénita visible. En el análisis detectaron que si la vivienda estaba situada a 1km o menos de campos agrícolas fumigados, los bebes tenían 2 veces más riesgos de tener malformación congénita. Si se había dado contacto directo o accidental con plaguicidas durante el embarazo, el riesgo aumentaba 3 veces, si los pesticidas eran almacenados en el hogar el riesgo aumentaba a 15 veces y si había antecedente de malformación congénita en la familia, se acrecentaba 6 veces más el riesgo. Aun con estos datos, más las denuncia de las organizaciones campesinas, los productores de soja fumigan sus cultivos a menos de 100 metros de distancia de asentamientos humanos y son custodiados por la fiscalía y fuerzas policiales.

La problemática de la utilización de pesticidas trasciende el campo paraguayo, no solamente por sus efectos en la tierra y en los productos que finalmente se consumen. En la ciudad de Ñemby, departamento Central, se ha instalado en plena zona urbana la empresa CHEMTEC, dedicada a la producción de plaguicidas. Los pobladores de la zona denuncian constantemente los fuertes olores, provenientes del tratamiento de los químicos, que están sometidos a inhalar y que los intoxica.

El Estado paraguayo con su marco legal y corrompida justicia soslaya los acontecimientos históricos. Bhopal y los tantos casos de intoxicación en nuestro país no han sido suficientes. Hoy sigue vigente una ley que reglamenta el uso de plaguicidas sin tener en cuenta los impactos ambientales y humanos que producen. En la ciudad de Ñemby se han instalado una fábrica de agroquímicos rodeada de casas, almacenes, escuelas, plazas. En el campo y en la ciudad aumentan vertiginosamente las enfermedades por intoxicación. Los responsables por las muertes quedan impunes. El problema es estructural y no solamente afecta a unos cuantos, como muchos grupos de poder sostienen, afecta a toda la humanidad.